Todos hemos sufrido alguna traición en nuestra vida.
Y es una sensación muy dura… cuando alguien cercano elige quebrantar nuestra confianza.
Las razones pueden ser muchas: miedo, necesidad, carencia de amor verdadero, envidia o simplemente inconsciencia.
Pero lo más importante no es por qué ocurrió, sino qué haces tú con eso que te sucedió.
La reacción más común es cerrarnos: levantar muros, desconfiar de todos, endurecer el corazón.
Y aunque esa reacción es humana y comprensible, también nos deja atrapados en la herida.
No todas las personas son iguales.
Esta experiencia —por dolorosa que sea— es, en realidad, una oportunidad para despertar discernimiento y asumir la parte que nos corresponde.
Pregúntate:
¿Era realmente merecedora esa persona de mi confianza?
¿Vi las señales y decidí ignorarlas?
¿Qué parte de mí eligió confiar sin escuchar mi intuición?
Confiar ciegamente no es amor, es desconexión.
Confiar con consciencia, en cambio, es sabiduría.
Cuando eliges la consciencia y el discernimiento, la vida deja de repetirte la lección.
Entonces aprendes a observar antes de entregar tu confianza:
a compartir poco a poco, a sentir si esa persona vibra en coherencia,
y a decidir desde el alma —sin miedo, pero con claridad.
La traición deja de ser un castigo y se convierte en una maestra que te enseña a amarte más,
a escucharte más, y a confiar, sí… pero primero en ti.
Si estás listo-a para transformar esta experiencia en un camino de crecimiento y luz, hablemos.
Juntos-as podemos encontrar el equilibrio y la claridad que tu alma necesita.
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