A veces, en el trabajo, atravesamos situaciones que nos parecen injustas: falta de reconocimiento, de reciprocidad o de transparencia.
Y poco a poco, eso va desgastando nuestra energía, apagando nuestro entusiasmo y alejándonos de nuestro centro. ¿Te ha pasado?
Sin embargo, Dios no nos pone ahí como castigo, sino como oportunidad.
Oportunidad de mantener la impecabilidad sin perder la calma, de aprender a expresar con firmeza lo que sentimos justo, sin bajar nuestra vibración.
Lo que ahora parece injusto, en realidad, es el tablero donde la vida está ordenando una nueva estructura.
Por eso, no inviertas tu energía buscando justicia humana: confía en la justicia divina, que actúa en silencio y con precisión.
Tu tarea no es corregir a los demás, sino mantenerte en tu frecuencia.
Expresa con serenidad lo que necesitas, con respeto y honestidad.
Y luego… suelta el resultado.
Porque cuando lo haces, el equilibrio se restablece solo, y la verdad —siempre— termina saliendo a la luz sin que tengas que empujarla.
Si sientes que estás atravesando un momento parecido y te gustaría orientación para volver a tu centro, contáctame. Estaré encantada de acompañarte con amor y consciencia. 👉 Escríbeme aquí
