Después de haber transitado el momento crisálida, donde estás reconfigurándote y obligada a permanecer en quietud y silencio para que eso se produzca, por fin sales con ganas de estrenar tus alas de mariposa. La emoción es enorme. Ya eres diferente y puedes volar, pero aún estás estrenando tu tan merecida libertad.
Tu proceso de limpieza y purificación continúa por dentro, mientras sigues soltando capas antiguas y pesadas que te impedían alzar el vuelo. Si quieres herramientas para potenciar este proceso, revisa mis Limpiezas Energéticas. En esta fase hay muchos cambios físicos: dejan de sentarte bien alimentos que antes consumías sin problema, transpiras mucho, te duele la cabeza y la coronilla. Tu sensibilidad es enorme: rechazas cosméticos que antes tolerabas, prendas que de pronto no soportas, te duele el cuero cabelludo, tu sistema digestivo está muy alterado, y tienes gran sensibilidad a ruidos, olores fuertes e imágenes violentas. Te incomoda estar entre la gente y prefieres retirarte, disfrutando de tu compañía, en la naturaleza, pero sin personas alrededor.
Comienzas a tener sueños simbólicos y vívidos. Tus sueños traen mensajes profundos de tu alma. En mis sesiones de integración álmica exploramos juntos estas señales para tu crecimiento espiritual. Y aquí quiero compartir contigo que, en realidad, los sueños son viajes a otros planos donde suceden ajustes que tu alma necesita realizar. Se reacomoda tu posición en la relación familiar; se cierran capítulos con personas de tu pasado; se arregla lo que necesitaba arreglarse. Por muy extraños que parezcan esos “sueños”, todos traen un mensaje profundo que tus guías te ayudarán a revelar.
Esta etapa es un poco más ligera. Aún hay incertidumbre, pero también una sensación de “luz al final del túnel”. Puedo describirla como la purificación de las últimas capas, entrelazadas con el tejido de tu alma: más sutiles, menos obvias, pero esenciales para habitar tu nueva energía sin residuos ni lazos con lo anterior. La mirada te cambia; en mi caso, se volvió más profunda y brillante. Incluso comienzas a cambiar literalmente de piel, que se siente más suave.
El organismo aún te pide mucha fruta, verdura y líquido para facilitar los cambios internos. Es posible que sientas hinchazón, que luego desaparece como por arte de magia, cuando lo viejo se desprende. Y aunque sigue siendo un proceso duro, comienzas a notar cambios en tu personalidad. Los intereses que ahora tienes son diferentes. Todo en ti es distinto. Incluso, es posible que se den cambios faciales y físicos más notorios en breve, según he leído sobre otros despertares.
Aun así, sigue siendo una etapa muy solitaria. Todas las relaciones del pasado se han caído, porque respondían a una frecuencia de supervivencia. Ahora estás en un terreno nuevo, donde aún no han aparecido personas alineadas con tu energía actual. Esto puede hacerte sentir tristeza, melancolía, depresión y soledad.
Sin embargo, tu equipo espiritual es inmenso y está siempre contigo: Dios, tus guías, ángeles, arcángeles, animales de poder, seres elementales, entre muchos otros, te sostienen y protegen para que estés a salvo, guiándote en cada paso. Ellos velan por ti, pero también es tu responsabilidad cuidar y proteger tu nueva energía cada día, manteniéndote firme para no volver a viejos patrones.
El único peligro es caer en viejos patrones o dejarte enganchar por personas que desean la versión antigua de ti, esa que ya no existe. Mantener esta nueva energía requiere decir adiós a todo lo de antes. Si necesitas apoyo para integrarla y proteger tu espacio, puedes conocer mi Acompañamiento Emocional y Espiritual personalizado. Confío en que, con algunas personas, tal vez pueda reconstruir una relación desde otra base; aunque, según cuentan muchos que han vivido su despertar espiritual, esos casos son pocos. Y sigo en pie… Ha sido un proceso durísimo y crudo, pero aquí estoy. Y por primera vez, me siento un poco más ligera.
Si quieres profundizar en tu despertar espiritual, puedes descubrir mis libros y talleres para acompañarte en este viaje
